La dualidad del borde: navegando por los límites entre el Yo y el Otro
El borde más poderoso de todos se construye en la intrincada danza entre la figura materna y el recién nacido. Es ahí donde nacen los conceptos de “yo” y “otro”, donde las raíces y sus rizomas psíquicos se van conectando y desarrollando. Proceso que nunca termina.
Esta primera relación es una díada cerrada, simbiosis perfecta. Quien alimenta y quien recibe la nutrición son un solo cuerpo. El infante introyecta el cuerpo de la madre como parte de su narcisismo, la Totalidad. Sólo con un proceso gradual que se teje entre reconocimiento y diferenciación es que el infante puede entender la independencia y lograr un sentido de sí mismo. Este proceso de autodescubrimiento es lento y se nutre del reflejo y respuesta que hace la madre de las acciones y emociones del bebé. Esto da las bases para un emergente sentido de identidad y de seguridad; y muy importante: establece la capacidad de confiar.
Bajo el agua en Panamá, con unos peces y una estrella de mar al borde de la arena. Foto de Beatriz L. Botero. 2021.
El borde más poderoso de todos se construye en la intrincada danza entre la figura materna y el recién nacido. Es ahí donde nacen los conceptos de “yo” y “otro”, donde las raíces y sus rizomas psíquicos se van conectando y desarrollando¹ . Proceso que nunca termina.
Esta primera relación es una díada cerrada, simbiosis perfecta. Quien alimenta y quien recibe la nutrición son un solo cuerpo. El infante introyecta el cuerpo de la madre como parte de su narcisismo, la Totalidad. Sólo con un proceso gradual que se teje entre reconocimiento y diferenciación es que el infante puede entender la independencia y lograr un sentido de sí mismo. Este proceso de autodescubrimiento es lento y se nutre del reflejo y respuesta que hace la madre de las acciones y emociones del bebé. Esto da las bases para un emergente sentido de identidad y de seguridad; y muy importante: establece la capacidad de confiar.
El proceso pasa por el “estadio del espejo” descrito por Jaques Lacan: en este momento, el bebé se percibe delante del espejo, y la madre y el padre, con la sonrisa enigmática y su certitud de la distancia frente al bebé, es decir, desde sus propios pensamientos, sentimientos y deseos, ayuda a que se diferencie el infante y se entienda como individuo único.² Este distanciamiento permite forjar conexiones significativas con los demás.
El segundo borde fundamental para el funcionamiento del ser humano en la sociedad es el que separa la realidad de la ficción. Mientras dormimos todas las noches, durante los ciclos REM nos internamos en el mundo de los sueños. Es un universo con leyes propias como la “no contradicción” donde a nadie sorprende los disparates en donde la presencia de vivos y muertos o seres de distintos puntos del planeta pueden cohabitar en espacios improbables. Para que el adulto pueda entrar en este mundo paralelo al del mundo consciente, necesita ingresar a través de la imaginación y fantasía. En el infante tenemos el juego. El adulto puede llegar allí, por ejemplo, a través del arte. El artista, a diferencia del psicótico quien llega desde la enfermedad mental, puede entrar y salir a voluntad de su mundo imaginario y creativo.
El borde entre la realidad y la ficción se ha explorado en distintas direcciones desde la literatura y las artes. La distancia del triángulo que se forma entre la persona que escribe, la que lee y la narración que conecta el tercer ángulo, se debe entender como un borde en forma de franja, un espacio que habla de lo interno y lo externo. El arte barroco, por ejemplo, pone su énfasis en el flujo y el cambio, este miedo al vacío latente sugiere que las identidades no son fijas, sino que evolucionan. El barroco explica muy bien la inextricable relación entre Latinoamérica y sus representaciones artísticas. Para Alejo Carpentier, América es un continente en el que todavía no se ha establecido un “inventario completo de sus cosmogonías” cuando describe la importancia del barroco en el Realismo Mágico (mezcla entre lo maravilloso y lo real para Carpentier).
Para Albert Béguin, el romanticismo europeo -una forma renovada del barroco- habla de una Totalidad perdida a la que se debe aspirar. Para ello se requiere una disolución con la naturaleza. De ahí la importancia de cuidarla. Ambas formas artísticas desafían la rígida separación entre el “yo” y el “otro” y enfatizan la interconexión de todas las cosas en unión con el Todo.
Hay otros ámbitos en los que el borde entre el “yo” y el “otro” son importantes. En especial para las ideologías -construcciones imaginarias- en las que estamos inmersos como lo explica Harari en Sapiens. Entre ellas se destaca el ámbito político y las teorías postcoloniales que hablan de estructuras de poder jerarquizadas.
En el ámbito político, los conceptos de "yo" y "otro" se han utilizado para analizar las estructuras de poder y las dinámicas sociales, por ejemplo, cuando se piensa en las migraciones humanas, el “otro” a menudo se construye como lo opuesto al "yo", representando diferencia, desviación y amenaza. Esta construcción puede conducir a la marginación, la discriminación, e incluso la violencia, contra aquellos considerados "otros". David Gerber en su trabajo sobre migración retrata tres problemáticas que tienen que ver con el rechazo al “otro”: El Anti-extranjerismo, miedo a la escasez de trabajo para aquellos que ya están en una posición vulnerable, y la clase media y alta que quieren mantener el estatus quo de su bienestar. Este deseo de mantener lo ya existente, se puede observar en la teoría poscolonial, donde el término del “otro” ha sido usado para justificar las prácticas colonialistas, un lugar donde los colonizados son retratados como inferiores y necesitados de civilización por parte del colonizador. De manera similar, las académicas feministas han examinado cómo se ha utilizado el concepto del “otro” para subyugar a las mujeres, definiéndolas como distintas e inferiores a los hombres.
En el mundo contemporáneo, con la llegada de la inteligencia artificial (IA), las fronteras entre realidad y ficción se están volviendo cada vez más borrosas. Las tecnologías impulsadas por IA pueden crear simulaciones hiperrealistas y generar una idea falsa de realidad. La idea del multiverso con su enorme potencial tal vez permita una mirada más holística al ser humano.
Ante esta dicotomía, la filosofía apunta en otras direcciones. Filósofos como Emmanuel Levinas con la idea de “face” o Byung-Chul Han (sin ser considerados como cosmopolitanistas),³ junto con Martha Nussbaum y Kwame Anthony Appiah han desafiado esta visión estrecha del “yo” y del “otro” abogando por un enfoque que enfatiza nuestra humanidad y obligaciones morales compartidas. El cosmopolitanismo, en este sentido, exige el reconocimiento del valor fundamental y la dignidad de todos los individuos, independientemente de su origen cultural, creencias o identidad. Se declara una comunidad global donde los individuos no son categorizados en dicotomías entre el “yo” y el “otro”, sino que sean vistos como miembros interconectados de una humanidad compartida. Al abrazar ideales cosmopolitas, podemos ir más allá de las limitaciones del binario “yo”- “otro” y fomentar un mundo más justo y equitativo.
Estos conceptos, se deben evidenciar en todos los ámbitos posibles, pues puede abrirnos a una comprensión más amplia y matizada de nuestra relación con el “otro” y eso es precisamente lo que encontramos en este número de la revista LACIS REVIEW.
Hay grupos de personas que están interesados en mantener separados los conceptos de “yo” y “otro” como lo demuestra el artículo del trabajo colectivo de investigación liderado por Farías, en donde se estudia la manera en que la derecha en España y en Latinoamérica (caso específico del Perú) utiliza formas retóricas para prevenir a otros a que consideren las ideas feministas como importantes para la igualdad de género en estos países.
Otros trabajos por el contrario exploran los bordes desdibujándolos, entendiendo al “yo” en relación con los “otros” incluidos animales, plantas, formaciones geológicas espirituales, lagos, ríos. El universo indígena de México (Aruxes en Beilin), o en Bolivia la existencia de los ayllu como nos lo explica McNabb, o la Pacha como aparece en el texto de Guzmán. Hablan de la conectividad ente las partes con el Todo.
El mapa cuyos bordes estaban claros y delimitados en el papel, ofrece para los nuevos lectores, ya no un límite obtuso, sino que se espera que sea una franja, o como lo explica Anzaldúa, un tercer espacio donde las diferencias se interceptan, para que se pueda navegar en el borde natural. Este borde se descifra, ya no en el papel, sino dentro de una extensión de tierra: una franja, con sus biologías propias (Corzo). Quienes habitan en el borde del mapa, están en cierta medida abandonados de los gobiernos centralizados que dedican sus fuerzas a los problemas grandes de las metrópolis y dejan a las comunidades indígenas que habitan esas zonas limítrofes a su suerte, como lo explica el artículo de Chaparro exponiendo la precariedad propia del lugar y de las comunidades del borde.
En este mismo borde de mapa y control se encuentran las comunidades cimarronas como se lee en el artículo sobre el tema en República Dominicana (Leonardo), pero que cabría incluir cualquier espacio que invite a la libertad del ser humano. Este pasar el borde permite pensar en la experiencia del migrante, desde las categorías de “yo” y “otro” como lo podemos leer en la experiencia auto-etnográfica de personas que vienen de Puerto Rico (Bird-Soto) o México (Punguil), dando paso a la capacidad para tejer historias frente a la experiencia traumática. A través del tejido que habla de la memoria individual (Nelson) o grupal (Nace, Kallenborn) se puede fabricar la identidad. Nelson ejemplifica con su trabajo y el de otras tejedoras del mundo la importancia de honrar el pasado y Nace se pregunta la referencia al mercado y el consumo al utilizar tejido artesanal de comunidades marginales.
Si el espacio del mapa puede contener el espacio habitable, -como bien lo sabía Jorge Luis Borges- el tiempo también puede hacerlo: los clásicos griegos siguen estando presentes en las literaturas contemporáneas como lo explica Nelsestuen, traspasando el tiempo y el espacio a través del poder de la palabra. En el psicoanálisis lacaniano, como lo explica Marugán, la palabra enuncia al sujeto faltante pero nunca completa la ausencia.
En algunos textos de LACIS REVIEW, hay un reconectar con el borde difuso de la realidad y la ficción. Se vuelve a pensar la metaficción, o la metatextualidad, con géneros como el cine (Louie, Gonzalez, Martínez) donde el borde es en esencia un espacio de creación. La traducción, también atraviesa el borde del lenguaje pues intenta replicar con simetría el sentimiento, sin pensar solo en las palabras exactas de la literalidad y es lo que hace el acto de traducir poesía como aparece en el texto de DiPriete y Alegría.
Las palabras y las cosas también traen la simbología de nuestro tiempo, y aquí el trabajo de Brown, explica este borde desde la producción y el uso del tequila como puente entre culturas. Sabemos que el borde es necesario, porque en el mundo no puede haber dos cosas iguales, dice Sánchez Gumiel, cuando se acerca al análisis de la estética de Jorge Luis Borges -intuyendo el mundo virtual- y así nos hace ver el traspaso de este borde conocido en seres como Funes el Memorioso, o podríamos también decir de Johanes Dalhmann en El Sur o del mismo Pierre Menard y su Quijote o incluso los mismos objetos de Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius que operan bajo leyes inconcebibles.
Esta tensión que contiene el borde también la podemos ver en escritos sobre literatura, específicamente en lo que Ruiz-Mautino denomina como un borde “Psico-simbólico” en la literatura realista de la escritora mexicana Luisa Josefina Hernández. Quien quiso romper los esquemas de la mujer fundada en la imagen católica de la Virgen María, pero también en las lágrimas de María Magdalena como lo muestra en su trabajo Pulla-Francia.
En los artículos de Shulemburg y Rojas se puede percibir un poco de optimismo por esta idea de borde entre el “yo” y el “otro”, cuando dice el primero que la literatura tiene poder para “estimular un ajuste de cuentas nacional colectivo en términos de navegar la frontera del odio y el perdón” y Rojas quien dice que es necesario “repensar las normas democráticas para fomentar la despolarización sin sofocar el cambio social. Necesitamos desarrollar sistemas de comunicación que aprovechen el poder de las comunicaciones en red sin ceder a la propaganda y la desinformación”, dando los ejemplos de consorcios de periodismo investigativo como Bellingcat.
En general, podría decir que este número de LACIS REVIEW destaca la naturaleza compleja y dinámica de la frontera entre el “yo” y el “otro”, enfatiza su fluidez y permeabilidad frente al mundo contemporáneo y nuestra comprensión cambiante de la identidad. Hoy día, se requiere un enfoque más matizado del concepto del “otro”, uno que reconozca nuestra humanidad compartida y la interconexión de todos los seres.
Le quiero agradecer muy especialmente al equipo editorial Jamie De Moya-cotter, Addison Nace, Diego Alegría, Andrea Guzmán, Anneli Aliaga y Avi Weinstein. A LACIS por su apoyo incondicional a las buenas ideas.
Nota: En esta edición intentamos ser flexibles al requerir una sola forma de citación (MLA, APA, Chicago), esto nos permitió admitir diferentes disciplinas y el uso de su propio formato.
¹ En el sentido de Deleuze y Guattari que son construcciones no lineales de redes que se entroncan en la cultura.
² Como Freud, Lacan, Piaget, Klein, Bowlby, Laplanche entre otros.
³ Chul Han critica algunas cosas de la globalidad como el consumismo y la pérdida de rituales.
Bibliografía
Appiah Kwame Anthony. Cosmopolitanism: Ethics in a World of Strangers. New York: Norton, 2006.
Béguin, Albert. El alma romántica y el sueño. Fondo de Cultura Económica México, 1996.
Borges, Jorge Luis. Ficciones. Madrid Alianza Editorial, 1997.
Bowlby, John. El apego y la pérdida. Buenos Aires Paidós, 2012.
Byung-Chul Han. The Disappearance of Rituals: A Topology of the Present. Cambridge Polity Press, 2020.
Carpentier, Alejo. El reino de este mundo. Madrid Alianza, 2003.
Deleuze, Gilles, and Felix Guattari. A Thousand Plateaus. Bloomsbury Academic, 2013.
Freud, Sigmund. Tree Essays on Sexuality. The Standard Edition of the Complete Psychological Works of Sigmund Freud, Volume VII. 1901-1905.
Gerber, David. American Immigration. Oxford. Oxford University Press, 2021.
Harari, Yuval Noah. Sapiens: a Brief History of Humankind. New York Harper, 2015.
Klein, Melanie. Narrative of a Child Analysis: The Conduct of the Psychaoanalysis of Children as seen in the treatment of a ten-year-old boy. London: Institute of Psychoanalysis, 1975.
Laplanche, Jean. Nouveaux fondements pour la psychanalyse (New Foundations for Psychoanalysis), Paris, PUF, 1987.
Lévinas, Emmanuel. Ethics and Infinity. Pittsburgh: Duquesne University Press, 1985.
Mahler , Margareth., Pine, F and Bergman The psychological birth of the human infant: Symbiosis and Individuation. Basic Books. 1968.
Nussbaum, Martha. The Cosmopolitan Tradition. Cambridge Harvard University Press, 2019.
Mead, George. Mind, Self and Society. Chicago: University of Chicago Press, 1934.
Piaget, Jean, and Barbel Inhelder. The Psychology of the Child. Basic Books, 1972.