Atravesando fronteras: el papel de lo fantástico en la construcción de la memoria

Fotograma de El espíritu de la colmena, 1973. Director: Víctor Erice.


Cuando pensamos en las formas en que la memoria histórica se articula en la literatura, o en el arte en general, no siempre imaginamos que esta se pueda presentar a través de lo fantástico. Esta separación entre la memoria y lo fantástico respondería a los objetivos que parte del arte memorialista tiene, a saber: incorporar al imaginario colectivo los relatos de las víctimas, en una suerte de lucha por el sentido del pasado. Estas narraciones del pasado a menudo están ancladas en las experiencias personales y se sirven de un acentuado realismo para demostrar la veracidad de los acontecimientos. Como apunta Bode: “parece existir una fuerte tendencia a articular la memoria problemática de épocas violentas desde el testimonio, la docuficción o la autoficción” (“Traumatismo y literatura fantástica” 100). Entonces, ¿cuál es el papel de lo fantástico en la reconstrucción de las memorias? La propuesta de este ensayo es que lo fantástico, al mismo tiempo que cuestiona la realidad presente, puede ser un excelente medio para narrar las memorias en momentos de conflicto debido a sus capacidades para superar el silencio—y en este sentido derribar las fronteras simbólicas— consecuencia de la censura política o de los vacíos discursivos provocados por el trauma personal o colectivo.

Una de las definiciones de la literatura fantástica más aceptadas es la que ofrece Tzvetan Todorov: “hay un fenómeno extraño que puede ser explicado de dos maneras, por tipos de causas naturales y sobrenaturales. La posibilidad de vacilar entre ambas crea el efecto fantástico” (19). Para él, la sensación de duda que se instala en el narrador o en el lector ante un acontecimiento es lo que caracteriza a la literatura fantástica. Por su parte, David Roas define el género fantástico como un conflicto entre lo real y lo imposible. Para Roas lo esencial no es la sensación de vacilación, sino la inexplicabilidad del fenómeno (103). Esta incapacidad de explicar los acontecimientos produce un conflicto entre lo narrado en el texto y la realidad extratextual, lo que invita a una constante reflexión sobre el mundo cotidiano del lector. La tematización del conflicto resulta esencial para Roas: “la problematización del fenómeno es lo que determina, en suma, su fantasticidad” (106).

En términos similares, los movimientos por la memoria histórica son el resultado de una disputa en el presente —un cuestionamiento de la normalidad de la vida cotidiana: los desaparecidos, las fosas comunes, la impunidad— que proyecta su mirada hacia el pasado. Walter Benjamin en su famoso análisis del Angelus Novus de Paul Klee nos invita a pensar en la concepción de la Historia como una acumulación de barbarie; es decir, nos impele a pasarle a la Historia el cepillo a contrapelo para dar voz a los subalternos (183). Esto implica una problematización del presente y un cuestionamiento de los sentidos del pasado.

Las víctimas de la violencia de estado, como los disidentes políticos en la dictadura franquista o en las dictaduras latinoamericanas del siglo XX, ven sorprendidas sus vidas por la aparición de lo insólito: desapariciones, torturas, encierro, muerte, exilio, etc. En esta línea, uniendo lo fantástico con la memoria, Bode plantea que: “lo insólito de las prácticas de represión se traduce en lo insólito de lo fantástico” (“Fantasmas entre mundos” 150). La estética fantástica nos permite representar lo anómalo, la interrupción de la realidad cotidiana, que caracteriza a los tiempos dictatoriales.

Siguiendo estas ideas, el uso de lo fantástico funciona como expresión de las memorias donde las formas realistas no son suficientes o adecuadas para articular una narración coherente de los acontecimientos pasados. Elizabeth Jelin —autora fundamental para los estudios de la memoria en el contexto latinoamericano— alude a que “los acontecimientos traumáticos conllevan grietas en la capacidad narrativa” (49). Estos vacíos van acompañados de silencios y olvidos que impiden la transmisión de las memorias.

Entonces, ¿cómo expresar lo que no se puede comunicar? La capacidad de narrar el trauma individual, pero también el trauma colectivo, es un elemento esencial que une lo fantástico con la memoria histórica. Esta relación se presenta a menudo en el contexto artístico español. Así encontramos obras como El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice, entre otras, donde la estética de lo fantástico se utiliza para abordar el tema de la represión en la Guerra Civil y la dictadura.

En El espíritu de la colmena, el pasado traumático se representa a través de la figura del monstruo, como una suerte de aparición del pasado en el presente. La película muestra cómo la niña Ana, tras visionar la película de Frankenstein, se encuentra con un republicano —imaginamos que un guerrillero maqui— al que ayuda dándole comida y ropa. Uno de los días en los que la niña visita al maqui, ve que el republicano ha desaparecido dejando un rastro de sangre. Este vacío semántico que aparece ante Ana se resuelve con la aparición de Frankenstein. Mediante una serie de planos subjetivos, Erice nos muestra cómo la niña Ana retoma su encuentro con el maqui mediante la figura del monstruo, al mismo tiempo que con un plano general de Ana y Frankenstein, imitando la conocida película de James Whale, el director presenta ante el espectador el retorno de los desaparecidos por la dictadura. Así, “lo reprimido brota a la superficie en la modalidad de lo fantástico oponiéndose al silencio de manera insólita tanto en lo estético como en lo semántico” (“Fantasmas entre mundos” 154).

A pesar de la aprobación en octubre de 2022 de la segunda Ley de Memoria Democrática en España, todavía existe una evidente lucha por el sentido del pasado. En este contexto, en el que además opera una lógica del olvido, la articulación de memorias encuentra resistencias que a menudo se presentan en forma de censura política. Un caso reciente es la cancelación en un pequeño municipio de Burgos de la obra El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, inspirada en la historia real de un maestro republicano asesinado por el franquismo.

En este sentido, ¿cómo puede lo fantástico ser útil en esta coyuntura política para superar los efectos del poder político? En contextos de acentuada lucha política por el sentido del pasado, como es el caso español, el uso de lo fantástico en la literatura, el cine, el teatro, etc., permite articular los discursos memorialistas de una manera enmascarada para atravesar los silencios propios de la censura, sin que esto suponga una pérdida en su capacidad crítica. Un ejemplo lo encontramos en La guerra de los dos mil años de Francisco García Pavón, libro publicado a finales de la dictadura. Roas y Casas señalan que “La guerra de los dos mil años elabora, por caminos ajenos a la narrativa realista, una despiadada crítica de la sociedad contemporánea, sin que deba descartarse una lectura política” (777). Así, en uno de los cuentos del libro, El avión en paz, García Pavón nos cuenta la aparición de lo imposible a través de la inmovilidad en el aire de un avión: “Sí; parado en el aire como nada en el mundo” ( 76). El autor hace una potente crítica del franquismo utilizando lo fantástico como estética para burlar la censura, al mismo tiempo que problematiza la realidad extraña que el franquismo representa, forzando así la reflexión sobre la dictadura.

El libro de García Pavón consiguió superar la censura franquista, a pesar de que el censor de turno diera parte de sus posibles peligros. Quizá el reto en la actualidad sea incorporar estos relatos fantásticos en los procesos de memoria, tanto en el contexto español como en todos aquellos escenarios en los que las disputas por el pasado siguen latentes y se necesitan nuevas formas de articulación de la memoria para superar los límites del silencio y del olvido.

About the Author

Juan Miguel Martínez Martínez (Ph.D., Education, Universidad de Granada) is a student of the M.A. in Spanish at Idaho State University. His present work addresses collective memory and literature in Spain. He is a member of the research group UNES (HUM 895) at Universidad de Granada. He also works as a Spanish teacher at EAGLE School in Madison, WI.

 

Obras citadas

Benjamin, Walter. Discursos interrumpidos I: filosofía del arte y de la historia. Taurus, 1989.

Bode, Frauke. «Fantasmas entre mundos. Sobre lo fantástico como un modo multidireccional de hacer memoria». Decir desaparecido(s) II: Análisis transculturales de la desaparición forzada, LIT Verlag Münster, 2021, pp. 147-59.

---. “Traumatismo y literatura fantástica - relatos no realistas de la violencia.” La violencia como marco interpretativo de la investigación literaria: Una mirada pluridisciplinar a la narrativa hispanoamericana contemporánea, Narr Francke Attempto Verlag, 2019, pp. 99-109.

García Pavón, Francisco. La guerra de los dos mil años. Salto de Página, 2013.

Jelin, Elizabeth. Los trabajos de la memoria. Fondo de Cultura Económica, 2021.

Roas, David. “Lo fantástico como desestabilización de lo real: elementos para una definición.” Ensayos sobre ciencia ficción y literatura fantástica, Universidad Carlos III, 2008, pp. 94-120.

Roas, David, y Ana Casas. “Fantástico, distopía y crítica social en ‘La guerra de los dos mil años’ de Francisco García Pavón.” Rilce. Revista de Filología Hispánica, vol. 38, no. 2, 2022, pp. 774-95.

Todorov, Tzvetan. Introducción a la literatura fantástica. Premia editora, 1981.

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