Psique, Eros y Poiesis: Entre Literatura y Psicoanálisis.
En mi trabajo más reciente publicado en el libro The Cambridge Companion to Literature and Psychoanalysis (2022), hago una revisión de la literatura latinoamericana a partir de cuatro conceptos del psicoanálisis: voyeurismo, exhibicionismo, sadismo y masoquismo.[1] Todos estos conceptos referidos al dolor y al cuerpo. ¿Quién mira y disfruta del dolor? ¿Quién busca con los ojos al asesino? ¿Quién disfruta ser objeto de atención del dolor o quien de hacer uso de la fuerza sobre otro cuerpo? ¿Qué siente el lector cuando ve a través de los ojos del narrador? Tenemos una relación con el cuerpo y el dolor constante. Estos cuatro conceptos son necesarios para descargar pulsiones psíquicas referidas a la energía erótica-libidinal o tanática, energía que constantemente descargamos a través del consumo de productos artísticos. Se podría decir que la novela contemporánea latinoamericana establece esta relación entre el ojo, el cuerpo el dolor y el placer que puede ser explicado desde el psicoanálisis, en especial si se apoya en dos elementos dentro del espacio literario particular: la profundidad psicológica de los protagonistas y la posibilidad de que se evidencie una situación social y con ello una posible respuesta social. El psicoanálisis como herramienta de análisis abre el discurso clínico a la crítica literaria, para explicar ciertos comportamientos grupales y sus consecuencias en la misma sociedad a través del discurso literario.
Con la publicación de Sigmund Freud de La interpretación de los sueños se suele ubicar el inicio del psicoanálisis, en aquella época se reunía con un grupo de estudio los miércoles en la ciudad de Viena para hablar de conceptos psicoanalíticos, entre ellos a los referidos a la mitología y la literatura.[2]
Se puede decir que hay un deseo intrínseco de comprender las acciones humanas a través de la poiesis—entendida como actividad creativa. Sigmund Freud, estableció esta correspondencia incorporando conocimientos de literatura con conocimientos del comportamiento social. Por ejemplo, en el paralelo que establece con la tragedia de Edipo Rey de Sófocles y la relación entre el individuo y la figura materna, denominándolo “Complejo de Edipo”, por hablar sólo de uno de los muchos casos donde esta alianza entre literatura y psicoanálisis se evidencia.
La relación personal y la relación que establece el sujeto con su entorno social se encuentran en constante retroalimentación. En algunos de mis trabajos se ha buscado hacer una reflexión entre la identidad personal y la identidad nacional utilizando como evidencia algunas novelas que dan cuenta de un momento histórico determinado, adicionalmente se ha utilizado conceptos del psicoanálisis que ayuden a explicar lo que está sucediendo a nivel social.
El concepto de identidad tiene una relación simultáneamente con el yo, al mismo tiempo es lo idéntico y lo único, proviene de la raíz latina idem, que significa igual, ser idéntico a algo, pero también cuando hablamos de identidad, nos referimos a lo más personal, aquello que es lo más íntimo, innato, lo que Steph Lawler ha llamado como “la unicidad” (the uniqueness.) Es decir, que la identidad se da en la conjunción entre lo personal y lo grupal.
Para Sigmund Freud, el individuo desarrolla una idea del yo, puesto que no se nace con ese entendimiento, al contrario, éste aparece especialmente durante las primeras fases del desarrollo cognitivo-motor.[3] Este conocimiento personal se encuentra con la mirada del otro que es el adulto, y es en este ir y venir entre lo que uno se piensa que es y lo que el otro mira en uno, se constituirá la identidad personal. Durante este proceso, es posible incorporar ideas del yo erróneas, megalómanas o depresivas, que tendrán consecuencias enormes en la idea que tiene el sujeto de sí mismo.
Según Anthony Giddens, la identidad de una persona no está dada, ni depende simplemente de las reacciones de los demás, sino que consiste en la capacidad de mantener una narrativa particular: comprender de dónde viene la persona y hacia dónde se dirige es el principal tema del autodesarrollo (186). Aunque la identidad es un proceso individual, necesita de una sociedad donde el sujeto pondrá a jugar su propia narrativa interna y hará que los demás de su comunidad lo identifiquen por algo más que su aspecto físico y su tono de voz. Debemos entender que lo que llamamos identidad consiste en identidad personal (lo que pensamos de nosotros mismos), cuerpo/rostro, y nombre (el lenguaje). Desde la perspectiva del otro esto es lo que se ve y cómo se nombra.
Como parte del proceso de construir identidad, se da la identificación, relacionada con un proceso fisiológico por el cual se asimila un aspecto, una propiedad o un atributo de otro, que se convierte parcial o totalmente en su modelo, lo que en términos de Jean Laplanche resulta en la personalidad que “se construye y diferencia a través de una serie de identificaciones” (184). Así, la identidad necesita de la identificación y la repetición para poder constituirse.
Este proceso individual para identificarse con modelos externos, escoger qué tipo de características se pueden adoptar y así construir la identidad personal, se repite de una manera análoga en la relación que se establece a nivel nación. Cada país tiene una “personalidad general” que se alimenta de estereotipos e identificaciones de las personas con los símbolos y la historia patria. Cada nación tiene una narrativa de sí, como dice Giddens, que se introyecta desde la escuela y la educación de los padres. Esta narrativa no pretende ser estática, por el contrario, se mueve y se flexiona dependiendo del punto de vista de quien la narra.
He dedicado una parte de mi trabajo a hacer una lectura de la literatura colombiana y la relación con la nación para descubrir tres características que no son exclusivas de esta literatura, pero que se repiten con suficientes pruebas en un amplio cuerpo literario: La primera es la ausencia de la voz femenina, es decir, se le escucha, pero a través de personajes masculinos. Algunos ejemplos pueden ir desde Maria (1867) de Jorge Isaacs, hasta Rosario Tijeras (1999) de Jorge Franco. El segundo punto es la presencia casi obligada de la violencia sexual a los personajes femeninos; y la tercera característica es una concepción de los géneros femenino y masculino donde los estereotipos se hacen cada vez más extremos.[4] Es decir, se habla de masculinidad extrema, como lo llama Jean Franco en su libro Cruel Modernity en donde se explica cómo ni la crueldad, ni la explotación de la crueldad son nuevas, pero el levantamiento del tabú, la aceptación de la crueldad y la justificación y los actos crueles se han convertido en una característica de la modernidad. En el otro extremo está la feminidad extrema, que tiene dos vértices, el modelo mujer- niña con cuerpo muy delgado, con un cuerpo afeitado, ausente de curvas, cuerpo que no aparenta buscar ser sexualizado[5] o un cuerpo voluptuoso que hace énfasis en la sexualidad. Este segundo tipo, es el más evidente en la literatura colombiana y latinoamericana que hace referencia al mundo del narcotráfico.[6] Con novelas que muestran la importancia de un cuerpo curvo, como el de Gustavo Bolivar Sin tetas no hay paraíso (2005), haciendo referencia a la necesidad de acudir a un cirujano plástico para tener acceso a los hombres de la mafia.
Los productos culturales como el cine, la televisión, la literatura exponen a la comunidad un sentir que los cobija a todos, temas como el manejo del cuerpo de los personajes de las novelas, el miedo, la culpa, entre otros, admite una lectura multidisciplinaria que hará que el texto crezca. El arte vuelve común una experiencia que comenzó siendo personal. El psicoanálisis puede explicar las tensiones que se presentan en los individuos y la manera en que el individuo se relaciona con su ser interno y el medio en el que vive.
El arte, al volverse común, atraviesa un umbral que permite hablar desde la voz de un pueblo y tal vez hacer viable un proceso de elaboración de procesos históricos traumáticos. En el caso de Colombia, es posible que este uso de lo interdisciplinar pueda dar respuestas a un país con altos índices de violencia, ayudándole a trabajar desde el trauma del pasado con la esperanza de tener un país en paz.
[1] No se puede olvidar que los conceptos de sadismo y masoquismo provienen de la literatura, específicamente del escritor francés Marqués de Sade (1740-1814) y el escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch (1836-1895).
[2] Freud escribió sobre literatura como el trabajo sobre la Gradiva de W. Jensen y también hace referencia a Los Hermanos Karamazov de Dostoievski, hace el análisis de Goethe en Un recuerdo infantil de Goethe en Poesía y Verdad. ; Cabe recordar los estudios que publicó en 1934 Mary Bonaparte sobre la literatura de Edgar Allan Poe. Ella participó en estas reuniones de los miércoles en el apartamento de Sigmund Freud al que también asistieron entre otros Carl Jung. Mary Bonaparte escribiría uno de los primeros textos teóricos interdisciplinarios con el psicoanálisis.
[3] Al respecto, dentro del psicoanálisis hay teorías contrarias: Sigmund Freud dice que el niño nace y luego se va desarrollando el yo. La psicoanalista Melanie Klein asegura que existe un yo primordial desde el nacimiento y desarrolla la teoría en su trabajo The Psycho-Analysis of Children. London: Hogarth Press and the Institute of Psychoanalysis, 1949. Y también se puede ver el trabajo de David Snelling, “Subject, Object, World. Some Reflections on the Kleinian Origins of the Mind” The Analytic Freud. Philosophy and Psychoanalysis. Ed. Michael P. Levine. London and New York: Routledge, 2000. 101-118.
[4] Para Jean Lacan el concepto de “ser hablado” (être parlé), es utilizado en la expresión être parlé. (“Respuesta” 207) cuando subraya que el sujeto del inconsciente es un ser hablado (un être parlé). En este texto explica la importancia de darle el poder al analista para hablar sobre el paciente en el proceso de la cura. El paciente es hablado (explica al sujeto su propio ser). Ver más desarrollo del tema en Women in Contemporary Latin American Novels. Psychoanalysis and Gendered Violence (Botero).
[5] Se pueden ver ejemplos extremos en Japón y su obsesión con la estética de Hello Kitty en mujeres adultas.
[6] Hay una fascinación por las personas de todas las clases sociales, por poder observar la vida de las personas relacionadas con la mafia, el dinero fácil, las mujeres, las armas, el peligro. Las telenovelas como El Señor de los Cielos, ha tenido más rating que cualquier otra de su momento. Se habla de la relación con la novela picaresca de la Edad de Oro de la literatura española, donde el centro de la novelística del momento se había alejado de los personajes de la corte, para acercarse a los personajes con hambre, pobres y que cometían actos fuera de la ley.
Obras Citadas
Bolívar, Gustavo. Sin tetas no hay paraíso. Debolsillo, 2005.
Botero, Beatriz L. “Latin American Violence Novels: Pain and the Gaze of Narrative.” The Cambridge Companion to Literature and Psychoanalysis, edited by Vera J. Camden, Cambridge University Press, 2021, pp. 128–144.
—Women in Contemporary Latin American Novels: Psychoanalysis and Gendered Violence. Palgrave, 2018.
Franco, Jean. Cruel Modernity. Duke University Press, 2013.
Franco, Jorge. Rosario Tijeras. Norma, 1999.
Freud, Sigmund. La Interpretación de los sueños. Obras completas de Sigmund Freud. Traducción por José Luis Etcheverry, Amorrortu Editores, 1900.
—Introducción al narcisismo. Vol II. Buenos Aires: Biblioteca Nueva, 1914.
Giddens, Anthony. Modernity and Self-Identity. Stanford University Press, 1991.
Isaacs, Jorge. María. F.C.E., 1954.
Lacan, Jacques, “Respuesta a unos estudiantes de filosofía sobre el objeto del psicoanálisis.” Autres écrits, Seuil, 2001.
Laplanche, Jean, y Jean Pontalis. Diccionario de psicoanálisis. Labor, 1993.
Lawler, Steph. Identity. Sociological perspectives. Polity Press, 2008.
Sófocles. Edipo Rey. Traducción por Mario Frias Infante, Juventud, 1995.